martes, 28 de marzo de 2017

Humita en chala

Cuando llega la época en que los maizales comienzan a darnos sus frutos carnosos, cuando aun no se ha convertido en maíz, y vemos que las barbas aun claras nos indican que los choclos están en su punto justo para la humita, el alambrado no es impedimento para juntar unas docenas de ellos en una bolsa arpillera, si el campo es de un amigo, mucho mejor, y también se pueden comprar....
Una vez que tenemos los choclos, les quitamos las chalas con cuidado, seleccionando las más grandes y sanas, las reservamos. 
Con paciencia rallamos la docena de choclos, en una olla de barro, o la que tengamos a mano, derretimos la manteca y freímos las cebollas y los pimientos hasta que estén transparentes. 


Agregamos la ralladura de los choclos y salpimentamos. 



Con las chalas que reservamos, las vamos a estirar y formando una cruz, pondremos el relleno en la parte central, agregando un trozo de queso de cabra, y haciendo un paquetito vamos a envolver el relleno, ataremos este paquetito con unos hilos hechos con la misma chala...
En una olla pondremos los marlos de choclos en el fondo formando un colchón, cubrimos con agua a la cual agregaremos unas pizcas de sal, e iremos introduciendo de a uno las humitas en chala. 


En un cuenco de madera, prepararemos una salsita roja con pimentón ahumado y aceite de ajíes picantes (este aceite lo obtengo de macerar durante meses estos ajíes picantes en aceite de oliva)




En este caso acompañamos las humitas en chala con un Malbec de Salta, 
pero lo ideal seria maridarlo con un torrontés de Cafayate, también de Salta.



Ingredientes:

Para la humita

12 choclos tiernos con sus chalas
2 cebollas
1 pimiento rojo
50 grms de manteca
Sal
Pimienta

Para la salsita picante

Pimentón ahumado
Aceite de ajíes


Un fragmento de El Maíz de Gabriela Mistral 

El santo maíz sube
en un ímpetu verde,
y dormido se llena
de tórtolas ardientes.
El secreto maíz
en vaina fresca hierve
y hierve de unos crótalos
y de unos hidromieles.
El dios que lo consuma,
es dios que lo enceguece:
le da forma de ofrenda
por dársela ferviente;
en voladores hálitos
su entrega se disuelve.
Y México se acaba
donde la milpa muere.


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